“Hay gente que porque sabe leer y escribir, cree que sabe leer y escribir”.
Reynaldo Arenas.
En cualquier revista cultural que se respete, existe una columna fija u ocasional que se llama: “Por que escribo”.
La columna esta dedicada generalmente a escritores consagrados para saber las razones de su oficio.
Como se que a mi nadie me lo preguntara, mas bien me lo dicen en forma de reproche (¿Porque escribes? ya deja eso y has algo de provecho), lo voy a decir yo.
Escribo para entender.
Listo, ya no manden a nadie a entrevistarme, el secreto ha sido develado.
¿Pero que quiero entender? Pues lo que escribo, ni mas ni menos.
Después de esta muestra de razonamiento circular, me explico.
Lo he mencionado antes y lo repito, en mi caso particular, para poder entender o clarificar mi postura en cualquier tema complejo, ya sea de política, religión, sociedad, relaciones (mujeres), o cualquier tema en el que valga la pena ir mas allá de una simple opinión, necesito papel y lápiz.
Y no es que necesite escribirlo para tomar postura, generalmente ya esta tomada desde antes, pero para lo que si necesito escribirlo es para entender y racionalizar mis motivos.
Aunque también se ha dado el caso en que después de ponerlo en papel (o pixeles), mi opinión da un giro opuesto o de plano se radicalice.
Esto ha quedado mas claro ahora que estoy leyendo un libro de Richard Wiseman que se llama: “59 Seconds: Think a little, change a lot”.
Tranquilos, no se trata de un libro de autoayuda o motivación tipo Deepak Chopra o Paulo Coelho, mas bien se trata de desmitificar conceptos muy arraigados en la psicología popular.
Un libro lleno de bibliografía y datos empíricos de cada una de sus afirmaciones, tal como debe ser cualquier libro que pretenda dar un enfoque científico o de divulgación.
Y precisamente uno de los mitos mencionados es la creencia tan extendida en el poder del pensamiento positivo o en la idea de que expresando verbalmente nuestras frustraciones, nos podemos quitar buena parte de la carga emocional que esta conlleva.
Casi nadie se atrevería a contradecir una idea tan popular, salvo que cuando ha sido contrastada con experimentos controlados y arbitrados, resulta que ni el pensamiento positivo ni el hecho de expresar nuestras emociones a personas no profesionales, sirve de gran cosa, antes al contrario, a veces resulta contraproducente.
Una cosa es que las personas entrevistadas crean realmente que el platicar sus emociones les resulte de ayuda y otra que así sea en términos reales.
En cambio lo que si resulta sumamente útil en términos de entender y acercarse a una solución practica, es el hecho de escribir lo que pensamos que sentimos de alguna situación dada. ¹
Posiblemente muy pocos psicoanalistas estarán de acuerdo en estas conclusiones (sus bolsillos menos), pero los experimentos que avalan dichos resultados no han podido ser refutados por ninguna autoridad en la materia.
La razón esgrimida para esta diferencia entre el pensar (positivamente) o platicar y escribir, es que las primeras son generalmente actividades carentes de estructura y a veces incluso caóticas.
En contraste el hecho de escribir, implica estructura, exige la creación de una historia lineal y coherente que le de sentido y razón a los sentimientos y las emociones.
El platicar bien puede ser útil , pero a veces también puede agregar confusión, en cambio el escribir nos da una perspectiva con un enfoque mas dirigido a soluciones sistemáticas.
Y dicha escritura no tiene que ser perfecta o elegante, bien puede ser en forma de diario o bitácora.
Y tampoco tiene que ser publica, de hecho es raro que así sea, lo que si es útil es revisar de vez en cuando lo que escribimos, para darnos cuenta si nuestro pensamiento esta estancado o evolucionando.
Así que por eso escribo, no para agradar a nadie ni porque crea que mis ideas iluminaran al mundo.
No puedo negar que muchas veces lo haga por frustración, por impotencia o por simple desahogo, pero siempre para entender; tengo cuadernos llenos de ideas y opiniones que nunca verán la luz (eso espero, para bien del decoro…mío por supuesto).
Si resulta que como efecto secundario, a algunas personas les sirven mis escritos para clarificar sus propios puntos de vista, ya sea para estar de acuerdo o en contra, bien por ellos y bien por mi.
Además no niego que a veces lo mas útil de mis escritos sean los comentarios de quienes me leen; y no se trata de falsa modestia pues no comulgo con la humildad, por si no se habían dado cuenta.
El libro apenas lo empiezo, no se si sus conclusiones sean ciertas o inventadas, no las he comprobado aun, pero de que me gustan ni duda cabe.
No necesito pretextos para escribir, pero si los tengo no me estorban tampoco.
Ya les platicaré luego porque leo, que eso es otro tema del que me gusta pensar, platicar y por supuesto: escribir.
Juan Carlos Bujanda Benítez
Julio 10, 2011.
¹ Lepore, S.J., & Smith, J. M. (Eds.) (2002). “The wriring cure: How expressive writing promotes health and emotional well-being. Washinwton, D.C.: American Psychological Association.