enero 05, 2008

Reacciones ante la muerte

Sabía que la entrada que menciona la irrelevancia de la muerte de Gerardo Alfaro iba a desatar reacciones virulentas, pero a decir verdad esperaba que estas fueran más o menos inteligentes y que quedaran registradas en las sección de comentarios.

Sin embargo esto no ha sido así del todo.

Lo menos que se ha dicho es que carezco de la mínima compasión, y lo más ridículo es que tengo el alma pobre.

Pero para mi decepción la mayoría de comentarios airados han sido dirigidos a mi correo electrónico en forma de anónimos, tal parece que yo mismo hubiera moderado los mismos y dejado en la pagina solo los que hablan bien de mi entrada.

Bien, creo que aunque anónimos y a la vez tímidos algunos merecen respuesta.

Mi comentario deja bien claro que no le deseo la muerte a nadie, aunque pensándolo bien no estaría tan seguro de que no me alegrara de la muerte de ciertas personas y creo que cualquiera estaría de acuerdo conmigo con respecto a terroristas, secuestradores y algunos políticos y líderes sindicales.

Parece ser que la principal molestia es mi supuesta falta de compasión ante el dolor de parientes y amigos de alguien enfermo o recién fallecido.

Sin embargo creo que hay conceptos que están sobrevalorados o mal entendidos y uno de ellos es la compasión que suele confundirse con la empatía.

El otro concepto es nuestra reacción ante la muerte.

Pregunta:

¿Por qué debemos respetar la memoria de alguien si no lo hacíamos en vida?

¿De qué artes se valen las personas para dotar de virtudes a los recién fallecidos si estos no las tenían en vida?

No será más bien que hablamos bien del fallecido como una forma de asegurar que se hable bien de nosotros cuando nos toque “colgar los tenis”.

Pretensión del todo inútil porque el muerto ya no podrá hablar nada de nosotros.

¿Pero que las virtudes y defectos no son los mismos que el muerto tenía en vida?

¿Qué hace que una persona que en vida fuera un miserable y mediocre pusilánime, en su muerte de pronto se convierta en un dechado de virtudes?

Es entendible que sus seres queridos lo vean con ojos de amor, porque lo ven así incluso antes de que se muera, pero los demás no tenemos ninguna deuda de cortesía con alguien que despreciamos en vida.

De igual forma las cualidades de algunas personas valiosas no se invalidan por el hecho de morir o de no haberlas conocido personalmente.

A mí me dolió la muerte de Ikram Antaki, la de Octavio Paz, la de Jaime Sabines, la de Carl Sagan y me dolió la muerte de algún amigo aunque este fuera un maldito y me dolerá escuchar hablar mal de él aunque sea verdad, pero nada tendría que reprocharle a quien describe sus defectos siempre y cuando no me los venga a enumerar en su funeral.

Y si no me gusta que alguien escriba bitácoras ensuciando su memoria, pues no las leo y ya.

Una de las probables razones para respetar la muerte de los demás sin importar su condición humana tiene que ver con nuestra formación religiosa.

De alguna forma nos imaginamos que el recién fallecido se irá al cielo y ahí le entregaran sus alitas y su arpa y desde una nube nos será designado como nuestro ángel guardián.

Se oye bien, pero incluso esta visión romántica del cielo no tiene nada que ver con los fundamentos de la religión católica.

Siento mucho decepcionarlos pero sus seres queridos no adquieren superpoderes al llegar al cielo para librarlos de las calamidades de este mundo.

En cambio si este fue una buena persona en vida y su valía fue evidente incluso para desconocidos o personas mas allá de su familia, esta valía no desaparecerá aunque el muerto se convierta en ceniza o comida para los gusanos.

Por eso es inútil inventarles virtudes a los muertos que nunca tuvieron en vida; una cosa es el respeto y otra la hipocresía.

Por eso es importante hacerle caso a la regla de oro de Kant Actúa de forma que la máxima de tu conducta pueda ser siempre un principio de Ley natural y universal”.

Pero hacerlo en vida para que no tengan que inventarnos virtudes cuando muramos.

A mí me vale lo que digan de mi cuando me muera, aunque a decir verdad también me vale ahora mismo.

Por eso no tengo respeto por la muerte, pero si tengo respeto por la vida y mi respecto incluye faltarle al mismo a quien a mi juicio no se lo merezca, y si no le hago caso a mi juicio entonces al de quien.

Y no, Selena no era la gran cosa hasta que se murió, Colosio no era un político visionario, más bien fue mediocre (no hizo gran cosa como diputado ni como senador) y falso como la mayoría de los de su clase, hasta que lo mataron y lo hicieron mártir, si no hubiera muerto de seguro hubiera perdido; Valentín Elizalde cantaba horrible y La princesa Diana hacia caravana con sombrero ajeno.

Ah, me olvidaba de algo: ¡Feliz Año Nuevo!

Juan Carlos Bujanda Benitez

Enero 5, 2008

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