junio 25, 2011

Las rejas no matan…¿o si?

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“Así pues, la primera razón de la servidumbre voluntaria es la costumbre, al igual que los mas bravos caballos rabones que al principio muerden el freno, que luego deja de molestarlos y que, si antes coceaban al notar la silla de montar, después hacen alarde los arneses, y orgullosos se pavonen bajo las armaduras.”

Étienne de La Boétie

Listo, ya esta cerrada mi calle; al menos uno de sus lados, falta cerrar la calle completa, y poner rejas también en el techo para poder sentirnos mas seguros.

De ahora en adelante los delincuentes se podrán pasear tranquilamente por el parque al que ahora yo no tendré acceso, o podrán jugar futbol en las canchas que ahora solo puedo ver a través de las rejas.

El espacio publico se va reduciendo y el espacio privado se va haciendo cada vez mas privado; privado de luz, privado de oxigeno, privado de libertad.

¿Que sigue? ¿Ponerle rejas a las rejas?

De hecho ya es así. Tengo rejas en las ventanas, rejas en las puertas, y rejas en la cochera, además tengo alarma con sensores en cada entrada o resquicio de la casa.

Creo que lo mas valioso que tengo en la casa son las rejas y el sistema de seguridad (además de nuestra integridad física claro).

En la oficina hay que pasar por ocho filtros (candados, cerraduras, timbres, magnetos, etcétera) para poder llegar hasta nuestros lugares de trabajo.

Y a todo esto ¿Estamos mas seguros?

La verdad, no lo se; por un lado me siento mas seguro, pero por cada  barrote que le agrego a mi cerca, le agrego también un eslabón a mis grilletes.

El problema con encerrarse es que el espacio tiene limites, hoy gracias al internet ya se puede trabajar desde la casa.

También podemos pedir alimentos y toda clase de servicios por este medio, incluso si pido piza, no tengo ni que abrir la puerta, cabe por debajo.

Pero y si resulta que no estamos seguros tampoco dentro de nuestras casas, ¿hacia donde corremos?

No se porque tengo la sensación de que la solución no es encerrarse, sino todo lo contrario, es decir, quitar rejas, quitar cerraduras y ventanas y reclamar mas espacios públicos.

¿No es absurdo que ahora las casas se anuncien con caseta de vigilancia y parques privados como si el estar vigilados y confinados fuera el sueño anhelado  de toda la vida?

¿En donde quedo eso de que el deseo inherente a todo ser humano era ser libre?

¿Cuando cambió a desear vigilancia privada y espacios reducidos?

No se como, no se cuando, si siquiera se si aún es posible, pero algo me dice que la solución a la inseguridad no es encerrarse, sino abrirse.

La solución no es el espacio cerrado y obscuro, sino el espacio abierto y alumbrado.

La solución no pasa por lo privado, sino por lo público.

Ningún país que se precie de ser seguro, tiene demanda de rejas por motivos de contención, si acaso ornamentales.

Los estadios mas seguros no son los que tienen mallas metálicas y protección policiaca, sino los que son abiertos, a ras de campo, con solo una pequeña valla para delimitar zonas.

Un ejemplo muy mexicano:

La directiva del (antiguo) estadio Corona de Torreón, decidió quitar la malla que divide la tribuna del campo; le apostaron así a la civilidad de su afición y tengo entendido que hasta la fecha no se ha dado ningún incidente que amerite volverlas a poner.

¿Son mas civilizados los aficionados del Santos que los de Toluca?

No lo creo; es cuestión de reglas claras, pero sobre todo reglas que se cumplen, en el Corona si alguien se mete a la cancha, se le arresta y se le castiga con cárcel.

Los mismos aficionados se comportan diferente si van a otro estadio por ejemplo al de la UNAM.

Los espacios mas seguros no son los que mantienen a la gente dentro de sus casas, sino los que se puede confiar en que los niños pueden jugar y correr sin peligro alguno fuera de ellas.

Las ciudades mas seguras no son las que blindan los espacios públicos, sino las que permiten libertad de movimiento a sus habitantes.

Eso si, con reglas claras y bien definidas y con sanciones acordes a la falta y que se cumplen.

El país mas seguro no es el que mas castiga sino el que mas educa (USA tiene 738 presos por cada 100,000 habitantes).

Dinamarca tiene una tasa de 0.88 homicidios por cada 100,000 habitantes, Islandia de 0.00 con solo 700 policías que no portan armas, tiene 130 prisioneros que pueden ir a sus casas los días festivos, si se te pierde algo en Japón, es probable que lo encuentres donde lo dejaste; y todos ellos con mayoría de población atea por cierto.

Dice Philip Zimbardo; el autor del celebre experimento de “La Prisión de Stanford” y autor del recomendable libro “El Efecto Lucifer:

“Existe un síndrome caracterizado por la pasividad, la dependencia y la depresión muy parecido al fenómeno conocido como <<indefensión aprendida>>. (La indefensión aprendida es el estado de resignación pasiva y depresión que surge tras unos fracasos o castigos continuos, sobre todo si estos fracasos y castigos parecen arbitrarios y no dependen de los propios actos)”.

Esta reflexión de Zimbardo se refiere a las reacciones generadas en los voluntarios en el experimento de la prisión referido, sobre todo a los que hacían el papel de presos.

¿No se parece su situación a la nuestra con nuestras rejas, alarmas, sensores y estrés constante?

Con la diferencia de que ellos sabían que su situación era simulada y además les pagaban por ello.

¿O acaso podemos considerar el encerrarnos como conducta activa mas que pasiva o reactiva?

¿Se parecen nuestras acciones a las de los indignados en Francia y España?

O estamos ya instalados en un estado de resignación pasiva, sin opciones ni esperanzas, que no sabemos de donde nos atacan (por un lado los narcos, por otro los policías y por el otro los de Hacienda).

En fin, así es como me siento con respecto a las rejas.

Las palabras mágicas se llaman: Libertades civiles.

Las estamos sacrificando en aras de seguridad aparente y no sabemos siquiera si servirá de algo.

Lo que si se, es que una vez que dejas que el Estado ocupe un lugar que le corresponde a la sociedad civil, ya no lo devuelve.

Y eso si es grave.

Las rejas no matan…salvo la libertad.

Juan Carlos Bujanda Benítez

Junio 25, 2011.

 

 

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