mayo 29, 2015


Anular el voto


De nada sirven las urnas si el que mete la papeleta es analfabeto”

Arturo Pérez Reverte



Hace seis años, Denise Dresser nos dio 23 razones para anular el voto y parece ser que estas razones siguen vigentes.

Creo que podemos resumirlas todas en una sola: El voto nulo cuenta como mecanismo de protesta y envía el mensaje de que no nos sentimos representados por ninguno de los candidatos actuales.

Del otro lado del espectro, la postura de los críticos del voto nulo sigue siendo la misma, que no sirve de nada anular y que esto solamente fortalece a los partidos más grandes, dándoles mayor porcentaje de votos y de dinero.

Creo que ambos tienen razón; anular el voto no tiene efectos prácticos en los resultados de las votaciones, y de hecho es verdad que los más beneficiados serán los que tengan el porcentaje más alto de votos duros (PRI, PAN y PRD).

Pero esta no es una buena razón para votar si no nos gusta ninguno de los partidos pequeños.

Si pensara que los partidos Humanista, Nueva Alianza y Encuentro Social fueran una alternativa decente, y cuando digo decente me refiero a mejores que el PRI, PAN o PRD, seguramente valdría la pena votar por ellos, pero no lo pienso así.

Si mi voto nulo le quita dinero a los negocios familiares en forma de partidos, llámese PT, Morena, Movimiento Ciudadano o Verde Ecologista, para dárselo al PRI, entonces es una muy buena razón para anular mi voto.

Prefiero lidiar con solo dos o tres partidos, a saber de antemano que los pequeños nunca trataran siquiera de hacer la diferencia, a menos que hablen del futuro de sus respectivas familias claro está.

Discrepo totalmente de quienes dicen que quienes anulamos el voto no deberíamos tener derecho a opinar o siquiera protestar, cuando el hecho de anular es precisamente una forma de opinión o protesta y generalmente más razonada que la mayoría de los votos en automático.

La protesta, si es masiva, siempre tiene repercusiones políticas, quizás no tan inmediatas como quisiéramos, pero siempre devienen en cambios y reformas.

Las mejoras que ha tenido nuestro sistema electoral (candidaturas independientes, derecho a voto para residentes en el extranjero, mayor escrutinio en gastos de los partidos, creación de entidades autónomas como el IFE y el INE, y muchas otras), no han sido resultado solamente del voto, sino más bien de protestas y actividades efectuadas tanto por quienes votan como por quien no lo hace.

El mito de que a nadie beneficia el anular el voto, es promovido principalmente por todos los partidos existentes, no solamente los grandes, ya que cualquier forma de protesta les afecta a todos en diferentes grados.

Los que critican las iniciativas anulistas se equivocan al pretender que con el simple hecho de votar ya cumplieron con su obligación cívica.

Hay vida más allá de los votos, y esta pasa por vigilar que sus representantes cumplan con lo prometido; y por cierto, estos políticos elegidos, nos representan a todos, no solamente a quienes votaron por ellos.

Todos los partidos desearían convencernos de que nuestra labor se limita y termina con ir a las urnas y después dejarlos tranquilos, en este tenor, nuestro voto legitima su labor, sea esta buena, nula o pésima, como casi siempre lo es.

Por eso expresar nuestra opinión anulando el voto, tiene igual o más importancia de lo que la mayoría piensa, y no nos hace ser menos mexicanos o traidores a la patria como absurdamente promueven los anuncios del INE.

La abstención es un mensaje político, débil, pero mensaje al fin, en cambio el anular el voto es un mensaje fuerte y claro:

No me gusta ninguno, y considero absurdo y patético votar por el menos peor”.

Este siete de junio razona tu voto, anúlalo, y después vigila a tu representante. 

Juan Carlos Bujanda Benítez
Mayo 29, 2015

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