Anular el voto
Arturo Pérez Reverte

Hace seis años, Denise Dresser nos dio 23
razones para anular el voto y parece ser que estas razones siguen vigentes.
Creo que podemos resumirlas todas en una sola: El voto nulo
cuenta como mecanismo de protesta y envía el mensaje de que no nos sentimos
representados por ninguno de los candidatos actuales.
Del otro lado del espectro, la postura de los críticos del voto
nulo sigue siendo la misma, que no sirve de nada anular y que esto solamente
fortalece a los partidos más grandes, dándoles mayor porcentaje de votos y de
dinero.
Creo que ambos tienen razón; anular el voto no tiene
efectos prácticos en los resultados de las votaciones, y de hecho es verdad que
los más beneficiados serán los que tengan el porcentaje más alto de votos duros
(PRI, PAN y PRD).
Pero esta no es una buena razón para votar si no nos gusta
ninguno de los partidos pequeños.
Si pensara que los partidos Humanista, Nueva Alianza
y Encuentro Social fueran una alternativa decente, y cuando digo decente
me refiero a mejores que el PRI, PAN o PRD, seguramente valdría la pena votar
por ellos, pero no lo pienso así.
Si mi voto nulo le quita dinero a los negocios familiares en
forma de partidos, llámese PT, Morena, Movimiento Ciudadano o Verde
Ecologista, para dárselo al PRI, entonces es una muy buena razón para
anular mi voto.
Prefiero lidiar con solo dos o tres partidos, a saber de
antemano que los pequeños nunca trataran siquiera de hacer la diferencia, a
menos que hablen del futuro de sus respectivas familias claro está.
Discrepo totalmente de quienes dicen que quienes anulamos el
voto no deberíamos tener derecho a opinar o siquiera protestar, cuando el hecho
de anular es precisamente una forma de opinión o protesta y generalmente más
razonada que la mayoría de los votos en automático.
La protesta, si es masiva, siempre tiene repercusiones
políticas, quizás no tan inmediatas como quisiéramos, pero siempre devienen en
cambios y reformas.
Las mejoras que ha tenido nuestro sistema electoral
(candidaturas independientes, derecho a voto para residentes en el extranjero,
mayor escrutinio en gastos de los partidos, creación de entidades autónomas
como el IFE y el INE, y muchas otras), no han sido resultado solamente del
voto, sino más bien de protestas y actividades efectuadas tanto por
quienes votan como por quien no lo hace.
El mito de que a nadie beneficia el anular el voto, es promovido
principalmente por todos los partidos existentes, no solamente los grandes, ya
que cualquier forma de protesta les afecta a todos en diferentes grados.
Los que critican las iniciativas anulistas se equivocan al
pretender que con el simple hecho de votar ya cumplieron con su obligación
cívica.
Hay vida más allá de los votos, y esta pasa por vigilar que
sus representantes cumplan con lo prometido; y por cierto, estos políticos
elegidos, nos representan a todos, no solamente a quienes votaron por ellos.
Todos los partidos desearían convencernos de que nuestra labor
se limita y termina con ir a las urnas y después dejarlos tranquilos, en este
tenor, nuestro voto legitima su labor, sea esta buena, nula o pésima, como
casi siempre lo es.
Por eso expresar nuestra opinión anulando el voto, tiene igual o
más importancia de lo que la mayoría piensa, y no nos hace ser menos mexicanos
o traidores a la patria como absurdamente promueven los anuncios del INE.
La abstención es un mensaje político, débil, pero mensaje al
fin, en cambio el anular el voto es un mensaje fuerte y claro:
“No
me gusta ninguno, y considero absurdo y patético votar por el menos peor”.
Este siete de junio razona tu voto, anúlalo, y después vigila a
tu representante.
Juan Carlos Bujanda Benítez
Mayo 29, 2015