Creo que fue el biólogo Richard Dawkins quien dijo que para un creyente sincero es más peligroso tener un ateo cerca de tu hijo, que un violador asesino; porque este último solo dañaría su cuerpo, pero el primero dañaría su alma.
A juzgar por la reacción de la iglesia católica en el asunto de la despenalización del aborto, Dawkins no andaba tan errado.
En días pasados el obispo auxiliar de México Marcelino Hernández a nombre del cardenal Norberto Rivera Carrera junto con otros lideres de diferentes corrientes cristianas, declaro que cualquiera que apoyara la interrupción de un embarazo seria excomulgado, y esto incluiría a los legisladores que apoyaran dicha ley.
Llama la atención la dualidad e hipocresía de las reacciones de la iglesia católica, que no fue tan severa en los cientos de casos de pederastia de algunos de sus sacerdotes, e incluso protegió a algunos de ellos poniéndolos fuera del alcance de la justicia.
Como queriendo remediar esto, Norberto Rivera acaba de pronunciar que se tendrá cero tolerancia contra pederastas; es decir, antes no, pero ahora si.
Hace tiempo me comentaba un buen amigo que si de verdad quisiera la iglesia influir en el combate al narcotráfico, solo tenia que amenazar con excomulgar a los líderes del narco, ya que la mayoría de estos son creyentes casi fanáticos.
Pero parece ser que el enviciar y asesinar a jóvenes no es tan malo como para merecer una pena tan grande, al fin y al cabo solo se trata de almas ya condenadas de antemano, en cambio los aun no nacidos tienen un alma nueva y sin pecados, aunque el mismo San Agustín no aceptaba que el alma se concediera hasta después de nacido.
Y por otro lado, ni los niños abusados o drogadictos, ni las mujeres que abortan tienen dinero suficiente para comprar las indulgencias para expiar sus pecados vía limosnas o donativos.
Dicen algunos mal pensados que de esta forma los sacerdotes pederastas se aseguran de tener mas infantes a su alcance, ergo: “Dejad que los niños se acerquen a mi”.
Sin embargo con todas estas voces se pierde de vista que se están mezclando cuestiones seculares con cuestiones religiosas.
La necesidad de regular la práctica del aborto es originada por cuestiones de salud pública, ya que una de las principales causas de muerte en mujeres jóvenes es la práctica clandestina de interrupción de embarazos.
El argumento de los religiosos es que la interrupción del embarazo es pecado porque termina con la potencialidad de una vida y de aquí se salta a la conclusión de que como el estado tiene la obligación de proteger al ciudadano y como el feto es ciudadano en potencia, entonces es ilegal aprobar el aborto.
Es decir, se justifica una medida secular con propósito religioso bajo el argumento de “potencialidad”.
Dice el mismo Dawkins que la ciencia no es proveedor de criterios de moralidad y si tomamos como argumento la potencialidad, entonces tenemos que aceptar que cualquier acto que elimine la vida potencial debe ser tratado como asesinato, como por ejemplo la masturbación.
Y agrega Jesús Silva Herzog en su articulo del 2 de Abril “Dawkins y el aborto”, que en este caso: “incluso seremos genocidas en cada instante en que no tenemos relaciones sexuales. Cada rechazo de cópula sería un asesinato. Si no estoy teniendo relaciones sexuales en este momento, tal vez estoy matando al gran salvador de México, a su gran poeta, a su músico más genial. Llevando el argumento a su extremo lógico: ninguna mujer tendría derecho de rechazar una invitación sexual, puesto que de ella puede surgir el milagro de la vida”.
Sin embargo parece que la mayoría de la gente en México pensara igual que los líderes religiosos, puesto que no se ve por ningún lado las protestas o marchas a favor de la despenalización del aborto, solo las que están en contra tienen eco en los medios.
Desde mi punto de vista esto tiene dos razones.
La primera es lo que señala Ikram Antaki en “Manual del ciudadano contemporáneo”, cuando dice acerca de la democracia y la demagogia: “¿Puede una minoría activa desvirtuar el voto de una mayoría y llegar a acallar su voluntad? Si. Treinta agresivos pueden imponer su voluntad en una asamblea”.
Es claro que los que mas ruido hacen son los grupos que están en contra de la despenalización del aborto, grupos como “Pro Vida” de Serrano Limón, El Colegio de Abogados Católicos, y principalmente los jerarcas de la iglesia católica como el mismo Rivera Carrera.
Pero entonces, ¿en donde están las voces de las miles de mujeres que tienen que acudir a clínicas clandestinas a practicarse un aborto, o las de los miles de educadores que están de acuerdo en enseñar educación sexual desde las escuelas primarias, o las de los miles de funcionarios que apoyan las medidas de facilitar anticonceptivos a cualquier adolescente que lo solicite; porque ellos no hacen tanto ruido?
La segunda razón es que ninguno de estos grupos saben defender su punto de vista ya que los primeros presentan su caso como una defensa de la vida o de los mas débiles y por consiguiente a los segundos les queda la opción de, o quedarse callados o adoptar la defensa del asesino sin misericordia que no le importa sacrificar la vida de un inocente con tal de poder tener relaciones sexuales a diestra y siniestra con la ventaja de poder abortar como si se fuera de compras.
Pero las posiciones no son así de antagonistas necesariamente, los segundos, los que abortan y los que defienden el derecho a abortar no son asesinos inmorales sin sentimientos.
La mayoría de ellos son para empezar católicos igual que los otros, en el caso de las mujeres que han tenido que abortar por la causa que sea, las razones han estado más influenciadas por la pobreza y la ignorancia.
Pobreza por que no tuvieron el acceso que los más pudientes tuvieron para acudir a clínicas en el extranjero o para comprar el silencio de médicos de clínicas mejor equipadas.
Ignorancia porque no tuvieron acceso a una educación mas liberal en materia sexual o cívica que los pudiera liberar de las ataduras del machismo y la culpa religiosa.
Es absurdo el argumento de que con esta ley las mujeres van a poder tener las relaciones sexuales que quieran porque al fin y al cabo pueden abortar fácilmente, esto es muestra tanto de ignorancia como de perversidad de parte de los que así opinan.
Lo hacen bajo la premisa de que el aborto es algo agradable o mínimo un acto trivial y rutinario para las mujeres que quieran hacer uso de el.
Estoy seguro que casi sin excepción todos los que apoyan la despenalización apoyan también la necesidad de una mejor educación sexual en las escuelas públicas, así como también una política de promoción de prácticas sexuales más responsables por medio del uso de anticonceptivos.
El objetivo de esta ley es salvar vidas, este es el eslogan que deben usar, no importa que el contrario diga lo mismo, en el fondo ambos buscan lo mismo pero por diferentes medios.
Unos apelan a la educación liberal como medio de prevención, y a la protección de las leyes como paliativo.
Los otros apelan al silencio, a la abstinencia, a la negación del cuerpo, a los valores religiosos basados en la culpa, vamos, a negar la naturaleza erótica del ser humano y a permanecer en la ignorancia o cargar con las consecuencias de sus pecados.
Mi opinión y estoy seguro que la de la mayoría de los que apoyamos esta ley, no es que se permita abortar con singular alegría, sino que las mujeres que decidan hacerlo, tengan acceso a ayuda psicológica, a diferentes opciones como la adopción o la ayuda del gobierno para darle alimentos y educación a su hijo y en el ultimo de los casos atención medica adecuada para que no tengan que acudir a lugares insalubres que no garantizan salvar ninguna de las dos vidas.
Estamos por la vida, estamos por la educación laica y moderna, la excomunión no aparece en ninguna parte de nuestras leyes, así que por consecuencia también estamos por la separación de la iglesia y el estado.
Así que no es una contradicción el decir:
¡Estoy en contra del aborto, por eso estoy a favor de su despenalización!
Juan Carlos Bujanda Benitez
Abril 8, 2007